Hace pocos días tuve la oportunidad de conocer Berlín, aquella ciudad muchas veces me pareció distante, y no me refiero a algo geográfico, sino en cuanto a intereses. Salvo por su gran contenido histórico, no pensé que podría ser un destino con el que simpatice tanto. Sin embargo, fue todo lo contrario.
Fui con la expectativa de ver cómo era la moda de sus calles, ver la manera que interpretaban las tendencias y por qué no, saber qué tipo de estilo era el que más predominaba en aquella ciudad que actualmente se ha convertido en un puerto de culturas de todo el mundo.
Para mi sorpresa lo que menos vi fue osadía y vanguardia en las calles a la hora de vestir. Todo lo contrario, noté que aunque hay gran cantidad de turistas e influencias de todas partes, Berlín se caracteriza por ser austero en su primera impresión. Desde sus paisajes, hasta la actitud de las personas transmitía eso. Sencillez, minimalismo y gusto por lo natural. No obstante, hay algo que se repetía mucho en la ropa de todos y era el estilo deportivo/urbano, así que podría decirse que esa era la característica general.
No voy a omitir una gran verdad y es que hay cabida para un grupo que ama el estilo dramático, más inclinado por lo gótico incluso, que se permite mostrarse sin tapujos ni complejos a la luz del día, luciendo cabellos estrafalarios, infinitos tatuajes o piercings, y que sin duda dejan de llamar la atención, porque ya se ha convertido también en algo habitual. De hecho, tuve la oportunidad de ver una feria en uno de sus barrios más turísticos, que es Kreuzberg, donde se reúnen artesanos, scouters vintage y vendedores de artículos góticos también. Una mezcla que parecería imposible, pero que se da y es atractiva para los miles de turistas que recorren la ciudad.
¿Qué es lo que más se ve? la opción de adquirir accesorios que nos trasladan a un ambiente militar, en ocasiones los colores verde, rojo y marrón son los más repetitivos en las prendas de los transeúntes, pero sobre todo el uso de calzado muy cómodo, desde zapatillas hasta borcegos, es decir, cero tacones que impidan largas caminatas.
En lo personal me quedé con ganas de ver un poco más de moda o modernidad en la indumentaria o adaptación de tendencias, pero como cada vez que se viaja, uno aprende a entender la cultura, la gente y su estilo de vida y después de cinco días en Berlín entendí que la impronta de austeridad era lo que más predominaba a nivel general, por lo que ya no me pareció tan descabellado no encontrarme con un consumismo masivo de moda como se ve en otras ciudades grandes.