El silencio dosificado puede ser una forma de MANIPULACIÓN encubierta y es una agresión pasiva. Haces algo, tomas una decisión y la otra persona decide no hablarte, evitarte, ignorarte y se vuelve distante.
Este silencio impuesto también es conocido como “La ley del hielo” y resulta muy doloroso para quien lo recibe.
Es cierto que en la vida nos enfrentamos a situaciones en donde el silencio es nuestro mejor aliado. Ya sea para no lastimar al otro o para no salir lastimados nosotros, siempre es mejor contar hasta diez antes de decir lo mal que pensamos. Este silencio sano, es una muestra de la propia madurez emocional. Pero la violencia aparece cuando el silencio y la distancia son utilizadas intencionalmente como reprimenda cuando el otro no aprueba algo que hiciste o dijiste.
Un lobo vestido de oveja
Aparenta ser una conducta infantil, pero esconde manipulación, abuso de poder y muy poca responsabilidad emocional. Como justificación a ese silencio pueden aparecer frases como: “Mejor me callo porque si hablo…”, o “No vale la pena ni que te dirija la palabra” o “solo estoy molesto/a deja que pase el tiempo y se me pase…”. Al no permitir que haya palabras se corta la posibilidad de aclarar y solucionar situaciones.
¿Cuáles son las consecuencias?
El silencio es una espina que se clava internamente y con el correr del tiempo y la acumulación de castigos silenciosos, el rencor no hace más que crecer en el vínculo. Puede que creas que es mejor el silencio para no escalar niveles de violencia o enojos en la relación, o que lo “dejes pasar” para mantener la paz.
Sin embargo cuando los castigos de silencio se convierten en una práctica habitual estarás frente a un problema que esconde otros:
- Callas lo que te molesta de la relación por miedo.
- Callas lo que quisieras compartir con el otro por miedo a la reprobación o a que te juzgue.
Las características típicas de las personas que aplican “La ley del hielo” suelen ser:
- Intolerancia a la réplica
- Conductas tiranas
- Competencia permanente
- Uso abusivo del poder (en la pareja o en cualquier relación)
- Tendencia a la manipulación para conseguir objetivos
¿Qué hago si soy la víctima?
Si experimentas estas situaciones con frecuencia, comenzaras a sentirte en un estado de indefensión y de vacío que terminan dañandote emocionalmente. Creerás que no sos digna de atención, cariño y respeto. Te convertirás en víctima de:
- Frustración
- Baja autoestima
- Frialdad emocional
- Confusión
- Autoculpabilidad
- Incomprensión
- Depresión
Un profesional especializado puede ayudarte a ver aspectos de vos misma que no logras percibir en un entorno de violencia psicológica.
¡Buscar ese espacio sano para conocerte y auto valorarte es el primer gran paso!